Se debe realizar  la historia clínica del niño, valorando sus antecedentes médicos, desde el nacimiento hasta la etapa actual.  Igualmente  interesa conocer si existe alguna experiencia previa en el tratamiento dental, y sobre todo la respuesta del niño a este hecho.

Dependiendo de las circunstancias de cada caso, será preciso complementar la exploración dental con radiografías.

Se debe completar  el examen, y  realizar un informe y su presupuesto para sanear la boca. Se debe solicitar consentimiento paterno/materno para realizar el tratamiento adecuado, así como para realizarlo de forma total.

A sus hijos se les  debe  enseñar cómo deben limpiarse la boca, cepillarse los dientes y cómo conservar un estado de salud bucal para poder mantenerla sana hasta adultos.

En el caso de que su hijo tenga caries, el objetivo debe ser  primero tratar esa boca enferma, para conseguir salud bucal, y posteriormente dar las recomendaciones adecuadas que deben tomarse para mantener la salud.

Evite palabras como inyección, jeringa, dolor, ya que esto podría ocasionar angustias en los niños.  Los odontopediatras utilizan un lenguaje no intimidatorio, adecuado a la edad del paciente.
Es fundamental que el ambiente de la clínica y la motivación de los padres sea positiva en todo momento.

El niño aunque sea pequeño, tiene también muy bien desarrollada su “memoria histórica”.

Actualmente los padres se asombran cuando son sus propios hijos los que les recuerdan la fecha de la revisión con el odontopediatra.
La Asociación Española de Odontopediatría recomienda que la primera revisión se haga entre los 12 y 18  meses de edad, y siempre que se a posible una vez que se haya completado la dentición primaria, a los tres años. A esta edad ya es posible comprobar la eventual existencia de indicios de algún problema en la masticación, deglución y para enseñar en ese momento el modo correcto de limpiar y cuidar los dientes.